Hay que buscar el silencio

Ante todo lo que ocurre a nuestro alrededor, hay que apagar la mente y escuchar la respiración. ¿Cuántas veces te detienes para observar cómo el aire entra y sale de tu cuerpo o para sentir los latidos de tu corazón? Detenerse para sentirlos es una manera de experimentar el silencio.

Es necesario defender nuestros espacios de silencio para visualizar y diseñar una vida mejor tanto a nivel individual como colectivo. Aunque podemos tener ideas y visiones de esa vida mejor en cualquier momento del día, en el silencio podemos profundizar para identificar cómo manifestarla en nuestra realidad. Dentro de ese espacio también se pueden usar preguntas para guiar los próximos pasos en la vida.

Cada persona sabe en qué momento del día puede sacar un espacio para el silencio según sus responsabilidades y rutinas, pero al comienzo o al final del día suelen haber espacios de silencio que podemos aprovechar. Ese tiempo en silencio puede ser para pensar, cuestionar, escribir, rezar o meditar, pero es importante que dentro de esas prácticas se acoja tiempo para verdaderamente estar en silencio. Son momentos para simplemente estar con nosotros mismos.

Hay que crear conciencia sobre el silencio. Cuando más ajoro tenemos, con más calma debemos proceder. Y eso aplica también al silencio. Cuando más ruido hay en nuestra vida, más necesario es buscar el silencio, respirar profundamente y aquietar los pensamientos.

Algunas prácticas cotidianas para estar en silencio son:

  1. Apagar los sonidos y avisos del celular, aunque sea por ratos.
  2. Evitar la radio y la televisión durante ciertos momentos del día para estar a propósito en silencio mientras se hacen tareas como cocinar o preparar el té.
  3. Evitar el celular hasta más tarde en el día o desconectarse de él más temprano antes de dormir.

Es necesario dedicar tiempo a uno mismo y con uno mismo. Hacerlo es una de las prácticas básicas para una vida en bienestar.

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